Muchas personas padecen reflujo ácido y lo consideran algo normal. Sin embargo, cuando este problema se vuelve crónico puede provocar un daño importante en el esófago, llamado esófago de Barrett.
En esta condición, el revestimiento normal del esófago se transforma en un tejido distinto, parecido al que recubre el intestino. Es un mecanismo de defensa frente al ácido que sube desde el estómago, pero a la larga aumenta el riesgo de complicaciones.
¿Quiénes pueden desarrollarlo?
No todos los que sufren reflujo lo presentan, pero hay ciertos factores que lo hacen más probable:
- Tener reflujo durante muchos años.
- Ser hombre y mayor de 50 años.
- Tener sobrepeso, sobre todo en el abdomen.
- Fumar o beber alcohol con frecuencia.
- Tener familiares con problemas similares.
¿Por qué es importante?
El esófago de Barrett no siempre da síntomas diferentes al reflujo, por lo que muchas veces pasa desapercibido. El verdadero problema es que puede aumentar el riesgo de un tipo de cáncer de esófago llamado adenocarcinoma. Aunque no todos los pacientes llegarán a desarrollarlo, sí tienen más probabilidades que la población general, y por eso la vigilancia médica es fundamental.
¿Qué alimentos conviene evitar?
Para disminuir los episodios de reflujo y proteger el esófago se recomienda moderar o evitar:
- Comidas muy grasosas, picantes o muy condimentadas.
- Café, chocolate, refrescos y alcohol.
- Cítricos y jitomate.
- Acostarse justo después de comer o cenar abundante.
Llevar un peso saludable y fraccionar los alimentos en porciones más pequeñas también ayuda.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico se realiza con una endoscopia, un estudio en el que el médico observa el esófago y toma pequeñas muestras para analizarlas en el laboratorio. Es el único método que confirma el esófago de Barrett.
¿Cuál es el tratamiento?
El manejo busca controlar el reflujo y vigilar los cambios en el esófago para detectar cualquier alteración a tiempo. En algunos casos, cuando el riesgo es mayor, se pueden aplicar tratamientos endoscópicos para eliminar o destruir el tejido dañado y prevenir complicaciones.
En conclusión, el esófago de Barrett es una consecuencia del reflujo crónico que no debe pasarse por alto. Consultar al especialista y realizar revisiones periódicas puede marcar la diferencia entre vivir con una condición controlada o enfrentar un problema mucho más grave.

